Toda persona que se acerque al Parador de Cuenca y se asome a su interior, no tendrá por menos que admirar el silencio y la quietud. Sorprenden por sí mismas. En el jaleo impertinente en el que hemos convertido a las ciudades, este remanso de paz es un oasis para el alma. Si puede hacerse acompañar por el color del otoño, la experiencia se volverá irrepetible.
Cuenca es una ciudad cercana, bulliciosa y, quizá, algo melancólica, como lo son todas las ciudades en cuesta. Calles y edificios se afanan para asombrar al viajero que llega por primera vez. Desde el suelo adoquinado de los callejones, hasta la escalinata de la impresionante Catedral, todo está puesto y predispuesto para que anteceda a una visión espectacular, como de ensueño. Cualquier rincón es un relato y cualquier visión puede dejarte colgado de un sueño tanto como la maravilla de sus casas colgadas.
Buena gastronomía y buen ambiente. Se puede pasear y disfrutar de una parte moderna acorde con la antigua y suficientemente entretenida como para no aburrirse. Una magnífica colección de museos así lo atestiguan.
Jersey y abrigo: https://www.bershka.com/ |
Son cientos las posibilidades de completar esta visita, pero nosotros elegimos Uclés. Situada a unos cincuenta kilómetros de la capital, la localidad de Uclés ofrece al viajero un Monasterio espectacular. Nuestra intención no era otra que la de hacer una visita corta tras haber comido fabulosamente en La Posada de Perico, un restaurante de los de siempre, que siempre se agradece.
La visita al Monasterio estaba pues, programada como un paso más, como un puntito cultural más antes de culminar el viaje. Sin embargo, lo que pretendía ser un paseo de 10 minutos viendo piedras y, como mucho, leyendo algún folleto al uso, se convirtió en la experiencia más sobrecogedora y maravillosa del viaje. La Fundación Fernando Núñez ha realizado en esta maravilla de la arquitectura del siglo XVI un proyecto a la altura de las grandes coberturas culturales europeas, convirtiendo la que fue la sede de los Caballeros de Santiago en un gran laboratorio de luz, de color, de palabra y de magia. Una visita diferente. Una visita que te sorprende a la vez que te arropa, que te acaricia a la vez que te explota en el iris de unos ojos que no pueden cerrarse en todo el recorrido. Una visita de envidia y de regocijo: por fin una experiencia a la altura de este siglo, por fin un edificio al servicio del viajero y de su curiosidad, por fin una propuesta cultural divertida, moderna, culta y sencilla. Gracias a los organizadores por su esfuerzo, por su dedicación, pero, sobre todo, por la valentía y el arrojo de creer en una visión diferente.
Anyone who approaches the Parador de Cuenca and looks inside, will not have to admire the silence and stillness. They surprise by themselves. In the cheeky mess we've turned cities into, this haven of peace is an oasis for the soul. If you can be accompanied by the color of autumn, the experience will become unrepeatable.
Cuenca is a nearby city, bustling and, perhaps, somewhat melancholic, as are all hill towns. Streets and buildings rush to amaze the traveler who arrives for the first time. From the cobbled floor of the alleys, to the stairway of the impressive Cathedral, everything is laid out and arranged to precede a spectacular vision, like a dream. Any corner is a story and any vision can leave you hanging from a dream as much as the wonder of its hanging houses.
Good gastronomy and a good atmosphere. You can walk around and enjoy a modern part in keeping with the old and entertaining enough not to get bored. A magnificent collection of museums attest to this.
There are hundreds of possibilities to complete this visit, but we chose Uclés. Located about fifty kilometers from the capital, the town of Uclés offers the traveler a spectacular Monastery. Our intention was none other than to make a short visit after having eaten fabulously at La Posada de Perico, a typical restaurant, which is always appreciated.
The visit to the Monastery was therefore programmed as one more step, as one more cultural point before the end of the trip. However, what was intended to be a 10-minute walk looking at stones and, at best, reading a typical brochure, turned out to be the most awe-inspiring and wonderful experience of the trip. The Fernando Núñez Foundation has carried out a project in this marvel of 16th century architecture at the height of the great European cultural coverage, turning what was the headquarters of the Knights of Santiago into a great laboratory of light, color, word and magic. A different visit. A visit that surprises you at the same time that it wraps you up, that caresses you at the same time that it explodes you in the iris of eyes that cannot be closed throughout the journey. A visit of envy and rejoicing: finally an experience at the height of this century, finally a building at the service of the traveler and his curiosity, finally a fun, modern, cultured and simple cultural proposal. Thanks to the organizers for their effort, for their dedication, but, above all, for the courage and courage to believe in a different vision.